Apuntes sobre Innovación y Emprendimiento

Hace algunos años en Socialab, tratamos de formar un plan de innovación social que abriera espacios de innovación y emprendimiento social en los campamentos y en los barrios, la idea era formar equipos de innovación entre voluntarios y vecinos, que fueran detectando necesidades y que juntos vieran posibilidades y oportunidades de solución a sus problemas.

La idea era buena pero compleja, al correr las semanas nos dimos cuenta de que había serios problemas de lenguaje en un principio, pero que a la larga son problemas netamente culturales. Cuando le preguntábamos a las vecinas y vecinos que entendían por innovación, nos respondían cualquier cosa, lo asociaban de inmediato con la tecnología, con la guerra de las galaxias, con los teléfonos raros, pero siempre solo con productos, con cosas. Con ese ejercicio nos fuimos dando cuenta de que hay un problema grave y que nos encantaría resolver, pero es de tiro largo. Hay un problema cultural y no quisiera ser panfletario, pero una vez más, a mi modo de ver, este modelo nos había hecho mucho daño.

La gente no reconoce los términos innovación, emprendimiento, metodología, porque el mercado se ha adueñado de ellos, nos hacen creer que la innovación es puramente generar valor agregado a un producto para aumentar las utilidades y generar riquezas, acá tenemos hasta los diccionarios en contra, también nos hacen creer que el emprendimiento es la panacea para el desarrollo económico y que la metodología es puramente ciencia y nada de experiencia.

Con el trabajo realizado y la experiencia de cada persona con la que conversamos, nos dimos cuenta que la innovación sí puede ser una gran herramienta que trabaje en pos de superar en algo: la extrema pobreza; pero hay que modificar el concepto, necesitamos generar impacto social, mejorar la calidad de vida de las familias que más lo necesitan.

No puede el mundo tecnológico adueñarse del concepto de “innovación”, ni el mercado del concepto de “emprendimiento”, debemos trabajar para democratizar el fondo del concepto. Los procesos sociales también son innovadores y desde ahí parten muchas iniciativas, no podemos permitir que las aplicaciones nos gobiernen y nos hagan gastar más por organizar nuestras vidas, ¡aún tenemos vida ciudadanos, que no lleguemos a tener sexo por hangout!

Con todo esto nos dimos cuenta de lo prendidos que están los chilenos e inversionistas con emprendimientos ligados al uso de la tecnología, las ¨redes sociales¨ y facilitar el acceso a productos de consumo. ¿Creen que se forjará un mejor mundo con una  aplicación que te ayude a encontrar las zapatillas más baratas en los malls? No queremos seguir tomando de ese juguito e imitando a los Zuckebergas del mundo. No va por allí la cosa.

Hoy el valor está en la economía de experiencia, en invertir recursos y tiempo en actividades diarias sanas y alegres, que cultiven al ser humano de manera integral: razón, emoción y espíritu. Lamento que tenga que venir el ministro de la Felicidad de Bhutan, a decirnos esto para que los chilenos escuchemos. Lamento que las instituciones y los medios lo resalten como un fenómeno y un ejemplo a seguir y sigan alimentando una cultura de emprendimiento vacío, rápido, con muy poco contenido.

La innovación y el emprendimiento no vienen del mundo de “solo recibir”, más bien provienen del dar, de mejorar la calidad de vida de alguien, de ofrecer soluciones y no consumos, de entregar una propuesta de negocio inclusivo, a un precio justo,  donde las posibilidades sean encontrar en ese negocio “algo mas” que un emprendimiento innovador. Por eso trabajamos en Socialab, por ese “algo mas” que haga que cada esfuerzo e idea valga la pena.

Volvamos a escuchar y a creer en la gente, así ya estaremos innovando.

Mario Orellana es Coordinador de Comunidades de Socialab Chile. Síguelo en Twitter @marioorellanag

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