Las deudas pendientes del Emprendimiento Social (parte 2)

Por Matías Rojas, Co Fundador Socialab

Y sí, eso es. Dinero Ya sabían qué venía después de la primera parte, ¿cierto? Como si fuera el mantra oficial en este rubro, lo repetimos así: “primero el Impacto Social y segundo la rentabilidad”, aunque mis últimas experiencias me han llevado a pensar que la primera necesariamente no es más importante que la segunda, porque la segunda se verá siempre limitada con la ausencia de la primera.

Para nosotros el 2016 fue un año de decisiones, y sus efectos comenzaron recién a conocerse este 2017. Empezamos a ejecutar un cambio que veíamos venir hace tiempo: decidimos pasar de ser una Fundación a una Empresa, lo que no solo significó un cambio jurídico, tributario y financiero, sino uno más profundo, un cambio de mindset, de cómo ver a nuestros clientes, beneficiarios, aliados, y cómo entender los servicios que prestamos. Por primera vez empezamos a pensar como si el dinero fuera nuestro… porque lo era.

¿Por qué lo hicimos? Por varias razones que van, desde la coherencia con nuestra misión, -Generar impacto social masivo a través de la identificación y apoyo a emprendedores sociales en etapa temprana.- , hasta en el entender que ya teníamos un modelo de negocios y de impacto sostenible, pero sobre todo porque nos sentimos capaces de pasar la prueba de fuego: ¿estamos o no agregando valor a nuestros clientes? ¿Somos capaces de capturar ese valor?

Teníamos miedo de los efectos negativos. Especulamos sobre tener problemas de percepción de marca y aumento en los costos de la organización… pero nuestro mayor miedo era el riesgo de “perder el propósito”, de dejar de cumplir nuestra misión y buscar alternativas que solo nos aportaran desde lo económico, dejando de lado el Impacto Social.

¿Qué pasó con ese último gran riesgo? Básicamente nada. Contrario a este gran debate de “empresa netamente lucrativa versus fundación con alto Impacto Social”, el Emprendimiento Social pondera lo mejor de los dos y los potencia. A mi parecer, empezamos a derribar el mito.

Así, nuestra misión de detectar y apoyar soluciones que resuelven problemas sociales se mantuvo intacta, pero contrario a lo que pensamos, nuestro modelo de negocios mostró todas sus debilidades y nos llevó casi a la quiebra. ¿Por qué? Nos demoramos mucho en entender que los motivos para donar de los clientes de una non-profit son distintos que los que espera el cliente que compra un servicio, a pesar de que las actividades eran prácticamente iguales.

Es ahí, donde se presenta nuestra segunda deuda: subestimar la gestión comercial y financiera por pensar que el “propósito” podía subsidiarlas. De este modo nos enfrentamos a lo que muchas PYMES han vivido, conociendo de primera mano el arte de sobrevivir, situación para la que ningún taller, charla, blog o manual te puede preparar. Solo hay que vivirlo.

No tiene nada que ver con el debate moralista sobre si se retiran o no las utilidades (de hecho, no retirar utilidades tampoco te asegura mantener el propósito), eo es perder el foco del debate, perder de vista lo importante. ¿Qué es lo importante? Lo realmente importante es desarrollar un modelo de negocio e impacto que permita generar ingresos directamente relacionados a la operación en la creación de bienestar, eso sí, ingresando más que tus costos. Ser rentable no es una decisión, sino una consecuencia de muchas variables que en un Emprendimiento Social se traducen en: un buen modelo de impacto y negocios, agregar valor a los clientes, tener una estructura de egresos acorde a la operación, y sobre todo, una gestión financiera y contable de primer nivel.

Quizás uno de los mindset más riesgosos que surgen en este modelo híbrido, es trabajar para pagar los sueldos, una unidad de medida engañosa para una organización porque no te permite entender si tu propuesta realmente agrega valor y si todas las personas que componen el equipo se justifican en la operación, lo que te lleva a inflar precios y a perder de vista la misión por financiar esos sueldos. Eso para mí, es lo mismo que perder el propósito. Un Emprendimiento Social jamás debería medirse por los puestos de trabajo que genera, de hecho, mientras más impacto genera con menos recursos, mejor le hace al mundo. Es fundamental ser rentable, generar utilidades: tener un excedente de dinero que va más allá de cubrir tus costos. De ahí puedes repartir las utilidades, reinvertir en la empresa para seguir creciendo o donarlas a quien quieras.

Desde esta reciente experiencia he aprendido que en la humildad de la escasez es cuando encontramos los mayores espacios para consolidar lo básico: una propuesta de valor que realmente sea significativa para quien está accediendo a ella. Más allá de los dogmas que tengamos, o de si queremos poner nuestros ideales por sobre la realida; es necesario comprender que el mundo es como es, y que el primer paso para cambiarlo es aceptarlo. La generación de rentabilidad es igual de importante que el impacto social generado porque en el largo plazo para un Emprendimiento Social, no puede haber una sin la otra.

Así, la importancia de entender la generación y captura de valor a través de ingresos económicos es la segunda y gran deuda que los emprendedores sociales tenemos con ese mundo que queremos cambiar.

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