La innovación ha estado presente desde el inicio de la historia, nos ha acompañado desde que el primer hombre descubrió que caminar erguido le permitía tener mejor visión de su entorno, hasta el día de hoy cuando diferentes científicos y emprendedores han desarrollado soluciones tecnológicas de alto impacto como la inteligencia artificial.
La palabra tiene diferentes definiciones, la más antigua tiene su origen en el latín innovare y significa literalmente “alterar las cosas introduciendo novedades” de acuerdo con Medina Salgado y Espinosa Espíndola.
Mientras la Real Academia Española define a la innovación como la “creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado”. Para 1935, Joseph Schumpeter, economista austro-americano, afirmaría que la innovación se da al interior de las empresas en diferentes espacios: de producto, de proceso y de mercado.
Y es en 1980 cuando a través de su estudio sobre la mentalidad emprendedora, Howard Stevenson plantea que innovar no implica sólo crear un nuevo producto, sino que también existe la innovación al crear una nueva forma de organización, producción o cualquier tarea, en la estructura social o en una nueva forma de pensamiento.
En pocas palabras: la innovación sucede cuando el conocimiento se aplica para crear nuevas formas de hacer las cosas y cambiar la manera en que se venían realizando, siempre buscando que este cambio se traduzca en ventajas para el mercado o para la sociedad.
La Innovación y los emprendedores
Bajo el modelo económico actual, la innovación es también la chispa que impulsa el progreso lo que no necesariamente allana el camino para que sea aceptada o financiada de manera fácil, quienes impulsan nuevas ideas normalmente enfrentan cuestionamientos de posibles inversionistas o clientes en torno a la posible efectividad de su invento.
Pero quienes afrontan el reto de impulsar la innovación obtienen las recompensas de ganar posicionamiento como expertos y ventaja sobre sus competidores.
En el campo del emprendimiento existen dos tipos básicos de innovación, que aunque no son las únicas, son las que más suelen interesar a quien está creando un nuevo negocio: la técnica y la administrativa; la primera se enfoca en el desarrollo o mejoramiento de productos, servicios y tecnología, y la segunda se enfoca en las estructuras organizacionales y procesos administrativos.
La necesidad y la innovación tienen una estrecha relación entre sí: la innovación es la respuesta creativa para cubrir las problemáticas sociales y económicas. De esta surge la innovación social, que utiliza herramientas como la ciencia y la tecnología para fomentar el crecimiento económico y el desarrollo sostenible; o la innovación educativa, donde las herramientas están al servicio del mejoramiento del sistema educativo.
La necesidad humana de ver la vida de diferente manera, mejorarla y ofrecer soluciones a las problemáticas sociales, nos ponen en el camino de la innovación constante para el surgimiento de empresas comprometidas con el futuro.