Poder crear modelos de negocio que ayuden a los demás, hace la diferencia. Aquí te contamos.
Estamos acostumbrados a escuchar que los emprendedores sociales deben de tener grandes ideas, ser súper creativos, innovadores, tener una gran visión de negocios y, por su puesto, un gran hambre por cambiar al mundo. Rara vez hablamos de la PRINCIPAL característica que debe tener un emprendedor social: empatía.
La empatía se define como: “La capacidad cognitiva de percibir lo que otro ser puede sentir. También es descrita como un sentimiento de participación afectiva de una persona cuando se afecta a otra”.
Es decir, es la capacidad de “ponerse en los zapatos del otro” y hoy, más que nunca, es muy relevante que hablemos de ella.
Tomaré una pequeña desviación, pero créanme, al final llegaré a hablar de emprendimiento social…
Estamos viviendo en un momento político y social muy complicado. Todos estamos sorprendidos, y seamos sinceros, espantados, de lo que está sucediendo en Estados Unidos, las posturas que se están tomando en contra de los migrantes hispanos, los musulmanes y en general con todas las minorías.
Hace unos días me encontré discutiendo con un amigo cercano, mexicano, defendiendo las posturas de Donald Trump y su administración, racionalizando sus posturas económicas, dejando de lado el altísimo impacto que tiene sobre aquellos menos afortunados.
Esta postura proteccionista no es nueva, de hecho, en ésta se basa un sistema de pensamiento que favorece las ideologías que plantean que la ganancia personal es lo único que debe de dictar la toma de decisiones personales.
Ésta es la plataforma sobre la cual se ha planteado la actual administración americana, en realidad “make America great again” se puede leer como: “quiero estar bien yo, ya luego vemos que pasa con los demás”.
Esta forma de pensar, además de no tener real cabida en un mundo cada vez más conectado en el que todos somos dependientes los unos de los otros, en realidad es resultado de la falta de una gran característica humana, la empatía.
Cuando contamos con empatía, consideramos siempre el impacto de nuestras acciones en la vida de los demás, especialmente en aquellos más vulnerables que nosotros. Pensamos en nuestras decisiones desde el punto de vista de aquellos que se podrán ver impactados por ellas, y por eso es imposible tener una postura de “yo primero”.
Es muy fácil apuntar con el dedo a otro y hablar de lo poco empático que es, sin embargo, tenemos que darnos cuenta que nosotros también podemos caer muy fácil en el mismo juego.
En respuesta a todo lo que está sucediendo en Estados Unidos, muchos han tomado y promovido una postura de “consumir solamente productos mexicanos y boicotear todo lo que venga de fuera”. Si bien es muy valioso consumir local por todo el impacto positivo que esto puede generar, querer “consumir lo mexicano” con la motivación de “joder” al otro nos pone justo en el mismo lugar de aquellos que nos están atacando.
Este juego es peligroso, como la historia nos ha enseñado una y otra vez, responder una agresión con otra agresión no nos lleva a una solución, si no que lo escala y terminan siendo afectadas personas que no tienen nada que ver en primera instancia.
Mahatma Gandhi dijo: “Las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista”.
Y esto me parece que es clave en estos tiempos, especialmente si somos emprendedores sociales.
El principal objetivo de un emprendedor social es impactar de manera positiva la vida de los demás. Lo hacemos a través de nuestros modelos de negocio, hacia dentro de nuestras empresas, y por supuesto, tenemos que hacerlo como personas en nuestro día a día.
Es imposible que alguien que quiera ser emprendedor social no tenga un alto nivel de empatía, ya que la definición más básica de empresa social tiene implícito el sacrificio de la ganancia propia para el beneficio del otro.
Como emprendedores sociales, sabemos que los retornos de nuestras empresas no serían tan grandes si nuestras empresas no tuvieran impacto. Estamos dispuestos a asumir ese sacrifico porque nos hemos puesto en los zapatos de otros que tienen una necesidad social que no ha sido resuelta.
Esta capacidad de encontrar un balance entre ese sacrificio y la ganancia, nos deja crear modelos de impacto sostenibles y permite que una empresa social otorgue una solución viable, tanto para el emprendedor como para los beneficiarios.
Al final del día, el emprendedor social entiende que los negocios no tienen por qué ser un juego de suma cero, en el que el otro tiene que perder para que yo gane, si no que se pueden crear modelos en los que todos podemos salir beneficiados.
Con empatía, es imposible estar de acuerdo con las posturas actuales del gobierno americano, al igual que con los modelos de negocios extractivos en los que se privilegia solamente la ganancia personal, incluso aunque ésta tenga un impacto negativo para otros.
Debemos recordar la importancia de ser empáticos y tratar siempre de ponernos en los zapatos de el otro.
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Mi columna fue publicada originalmente en Soy Entrepreneur.